jueves, 15 de marzo de 2012

Libelistas y franeleros


En el contexto de las próximas elecciones para presidente de México, es evidente que los medios de comunicación juegan un papel decisivo por el impacto e influencia que tienen en “la opinión pública”, pero hay quien afirma que no están a la altura de lo que México requiere en materia informativa.

Y es que hoy en día, los medios de comunicación dejan mucho que desear. Tal vez los más reprobables son aquellos que desde su pedestal, construido al amparo de la corrupción, impunidad y poder en turno, se erigen como poseedores de una verdad única e incuestionable adornada con una ética periodística intachable.

Imaginemos entonces un escenario en donde se advierta al lector acerca del contenido del medio que está a punto de leer. Juguemos pues con esta idea. Y comenzaría de esta forma:

“Quienes aquí escribimos, somos texto-servidores. Leales al periódico que es considerado también como un pasquín panfletero, que reparte calumnias, infundios y desinformación. Es más, usted no debería informarse en estos espacios donde se mezclan las consignas personales con la “objetividad periodística”.




“Nos llaman “franeleros”, un término peyorativo que se carga de significado según la cantidad de dinero, poder y fama que estemos hablando. Si “hasta en los perros hay razas”, en las franelas también.

En SDP sin embargo, funciona una atípica y descarada forma de “hacer periodismo” en la que “cualquier hijo de vecino” se siente escritor, periodista o reportero; No importa que escriban sólo por el honor de contribuir a construir un mejor país ¡¿qué es eso?! “Pejistas”, “soñadores” y “muertos de hambre”, les llaman a esos atrevidos. Fuchi”



“Por si esto fuera poco, no existe entre nosotros la “lealtad gremial”,  somos perfectamente capaces de atentar, como medio de comunicación, en contra de la vida privada de cualquier persona. No tenemos bien definidos los límites entre la res pública y la res privata. Es más, aprovechamos para ofrecer disculpas al señor Antonio Solá por haber causado su pudor. Somos terribles. Lo reiteramos”

“Aquí además, hablamos sin pruebas, sin sustento y sin valor. Escudados en el medio de comunicación que nos da abrigo y consigna.

Y debemos decirlo: no importa el tamaño de la injusticia, el ataque o el error, la televisión o el periódico hará que su memoria se diluya en aras de seguir considerándonos “líderes de opinión” y si usted lo duda, vea la cantidad de seguidores que tenemos en las redes sociales. Ya sea que esté o no de acuerdo con nosotros, nuestra opinión siempre será su punto de referencia”



“Somos además, una empresa comprometida con el bien común, con responsabilidad social. Nuestra generosidad se manifiesta a través del Teletón y de infomerciales como “de panzazo”. No solamente negamos nuestra parte de responsabilidad en la debacle educativa, sino que hacemos usufructo de la miseria humana que provee rating de parte de aquellos a quienes hemos contribuido a formar. Soslayamos que la educación es un proceso que dura toda la vida y que no se remite solamente a la escolarización. Nuestro compromiso es usted”


Los ciudadanos mexicanos podemos entonces estar tranquilos. Televisa vela por nuestros intereses, querido lector.

¿Y la opinión pública? ¿quién dice “la verdad”?

 La verdad es una construcción conceptual, en tanto se encuentra sujeta a múltiples interpretaciones que dependen de quién lo dice, para qué lo dice, por qué lo dice y ante quién lo hace[i].

A través de Mauricio Beuchot, Vattimo afirma que un texto es un horizonte abierto a ser interpretado y así se da con la realidad. Como decía Nietzsche: no hay hechos, sólo interpretaciones. No existe lo real, sino sus infinitos abordajes.

Es importante considerar que, según este autor, los medios de comunicación se han convertido en los grandes constructores de sentido de lo real. El mensaje parece ser:  No piense, el periódico, la radio o la TV le explicarán a detalle determinado hecho o circunstancia que se carga de significado dependiendo de la sintonía, el programa de TV o el periódico que usted elija para enterarse de lo que está sucediendo aquí y ahora.

Es decir, la mirada del medio se vuelve la realidad misma. Aquí Lo importante es tener en claro que siempre que alguien habla en nombre de una realidad única, no hace más que postular su propia mirada, su propio interés.

Al final, por lo que se apuesta es por un ciudadano bien educado, formado en un sistema verdaderamente democrático e incluyente. En México evidentemente esto no funciona así y valdría la pena preguntarse, entre otras cosas, ¿a quién conviene que las cosas sigan igual? ¿quién o quienes temen a un verdadero cambio?

¿Usted qué opina, estimado lector?

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